La que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
(Efesios 4:29)
Si permite que Cristo guarde sus labios, todo lo que diga ha de beneficiar a otras personas. Usted debe estimular y fortalecer espiritualmente a las demás personas. ¿Es eso lo que ocurre cuando habla con ellas? ¿Se van edificadas en Jesucristo? Madres, cuando están con sus hijos durante todo el día, ¿los edifican las palabras de usted? Padres, cuando saca a pasear a sus hijos, ¿sus conversaciones con ellos son edificantes y estimulantes?
El versículo de hoy también indica que debemos dar a los demás la “necesaria” edificación, lo que significa que nuestras palabras satisfagan la necesidad. Cuando yo era niño, cada vez que le decía a mi mamá “¿Sabes lo que hizo fulano?”, ella me respondía: “¿Es necesario saberlo?” A menudo lo que yo quería decir era interesante, pero sin duda no era necesario.
Por último, nuestras palabras deben “dar gracia a los oyentes”. ¿Bendicen sus palabras a quienes las oyen? ¿Hay gracia en lo que usted dice? Puede estar seguro de que, si permite que el Señor ponga guarda a su boca y deja que su Palabra more en usted, entonces sus palabras serán las palabras de gracia de Dios.
© 2005-2015. Gracia a Vosotros. Derechos reservados.
(Efesios 4:29)
Si permite que Cristo guarde sus labios, todo lo que diga ha de beneficiar a otras personas. Usted debe estimular y fortalecer espiritualmente a las demás personas. ¿Es eso lo que ocurre cuando habla con ellas? ¿Se van edificadas en Jesucristo? Madres, cuando están con sus hijos durante todo el día, ¿los edifican las palabras de usted? Padres, cuando saca a pasear a sus hijos, ¿sus conversaciones con ellos son edificantes y estimulantes?
El versículo de hoy también indica que debemos dar a los demás la “necesaria” edificación, lo que significa que nuestras palabras satisfagan la necesidad. Cuando yo era niño, cada vez que le decía a mi mamá “¿Sabes lo que hizo fulano?”, ella me respondía: “¿Es necesario saberlo?” A menudo lo que yo quería decir era interesante, pero sin duda no era necesario.
Por último, nuestras palabras deben “dar gracia a los oyentes”. ¿Bendicen sus palabras a quienes las oyen? ¿Hay gracia en lo que usted dice? Puede estar seguro de que, si permite que el Señor ponga guarda a su boca y deja que su Palabra more en usted, entonces sus palabras serán las palabras de gracia de Dios.
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