antigüedad”. No se puede señalar un año más acá del tiempo de los Apóstoles y decir que en esa fecha tuvieron su origen los Bautistas. Hay que buscar su origen en el Nuevo Testamento, porque fue entonces cuando principiaron, y han estado en el mundo desde aquel tiempo hasta la actualidad. No pretendo trazar su historia distintamente en todos los siglos, lo que es debido a varias razones:
1. Durante la Edad del Oscurantismo, un período de cosa de mil años, había muy poca historia de cosas o personas para trazar. Fue todo una monotonía pesada.
2. Había muy pocos historiadores durante este período. La erudición casi desapareció del mundo, y lo poco que quedó se hallaba oculto en los monasterios católicos.
3. Como lo arriba asentado indica, los historiadores todos eran enemigos de los Bautistas y los mencionaban lo menos posible y sólo para censurar sus doctrinas y prácticas.
Pero a pesar de todo esto, los siguientes hechos históricos se encuentran: Durante todos los siglos ha habido un pueblo que sostenía esencialmente los principios bautistas como los Novacianos en 250, los Donatistas en 311, los Cathari en 455, los Paulicianos en 656, los Vaudois en 750, los Petrobrusianos en 1110, los Enriqueanos en 1135, los Albigenses en 1180, los Waldenses en 1300, los Anabaptistas en 1450 y los Menonitas en 1530.
No se pretende que todas estas sectas mantenían todos los principios bautistas pero que todas ellas sostenían algunos principios bautistas—algún principio esencialmente bautista—lo que les diferenciaba de otras denominaciones y los clasificaba más o menos distintamente como Bautistas. Por ejemplo, el principio fundamental de los Petrobrusianos, como su enemigo acérrimo y perseguidor, Pedro el Venerable, Abad de Clugny, demuestra, era el rechazamiento de la tradición y la apelación a la Escritura como la única autoridad en asuntos de religión. El segundo error capital que se les atribuía a los Petrobrusianos por sus opositores es que “sostenían que la iglesia era un cuerpo espiritual, compuesto sólo de creyentes y que el bautismo debería administrarse sólo a los que han creído en Cristo”. También, según él, negaron “que los niños, antes de llegar a la edad del conocimiento, pudieran salvarse por el bautismo de Cristo, o que la fe de otro pudiera ser útil a los que no podían ejercer esa fe, toda vez que, según ellos (los Petrobrusianos) no la fe de otro salva, sino la suya propia”. “Rechazan el sacrificio de la misa”. Rehusaron la doctrina del purgatorio y la oración por los muertos, enseñaban que las iglesias no debían construirse, que las cruces debían destruirse y otras doctrinas semejantes.” Estas son casi todas buenas doctrinas bautistas. Dice el Dr. H. C. Vedder: “Cualquiera persona que sostiene la supremacía de las Escrituras, una iglesia espiritual y el bautismo de creyentes es fundamentalmente uno con las iglesias bautistas de la actualidad, sea cual fuere lo que agregue a su declaración de fe u omita de ella”. Los Enriqueanos, seguidores de Enrique de Lausanne, enseñaron y practicaron el bautismo de creyentes solamente. Sostuvieron la autoridad suprema de las Escrituras y rechazaron las pretensiones autoritativas de la tradición y la iglesia. Estas son buenas doctrinas bautistas también hasta donde alcanzan.
Arnoldo de Brescia, que floreció como por el mismo tiempo de Enrique de Lausanne, y que con Enrique era discípulo del famoso Abelardo de Francia, fue el primero que proclamó con insistencia y elocuencia la doctrina de la libertad del alma y la separación de la iglesia y del Estado. Dr. Vedder dice acerca de él: “Los Bautistas pueden justamente decir que pertenecía a ellos, toda vez que el Concilio Luterano le condenó por su rechazamiento del bautismo infantil, y sus opositores romanos acusaron que sus discípulos administraban el bautismo sólo a los creyentes”. Escritores romanos antes del año 1350, como los cita el Dr. Vedder, atribuían a los Waldenses los siguientes errores:
1. El Nuevo Testamento sólo, sin los decretos de la Iglesia, basta para la salvación, y todo lo que no tiene apoyo en el texto de la Biblia ellos sostienen como falsedad.” (Reinerius). Yvonetus afirma que ellos recibieron sólo los Evangelios, pero esto sin duda es un error.
2. “Dicen que la misa no tiene valor alguno, y el canto en la iglesia es un clamor infernal.” Esto último, dice el Dr. Vedder, “se dirigía contra el canto de los himnos en Latín, lengua desconocida del pueblo, y no muestra antipatía para el canto de los himnos en sí mismos. En efecto, su primera literatura poseía la forma de himnos”.
3. “Ellos solos eran la Iglesia de Cristo”. (Yvonetus). “Nadie es obligado a creer; nadie es santo sino Dios”. (Reinerius.)
4. “Dicen que un hombre es verdaderamente bautizado cuando está introducido en su herejía. Pero algunos dicen que el bautismo no es provechoso para los niños, porque no pueden creer verdaderamente”. (Yvonetus). “Con respecto al bautismo, dicen que el catecismo es de ningún valor.”…. “Los niños no se santifican por medio del bautismo.”… “El lavamiento que se les da a los niños no les hace provecho”. (Reinerius). “Uno de sus argumentos erróneos es que el bautismo no es provechoso a los niños para salvación, que no poseen el motivo, ni el acto de la fe, como se dice en la última parte de Marcos, ‘El que no creyere será condenado.'” (Esteben de Bourbon).
5. “No creen que es (el pan) verdadero cuerpo y sangre de Cristo, sino solamente pan bendecido que por cierta figura se dice ser el cuerpo de Cristo, como en el pasaje, ‘Pero esta Roca era Cristo,’ y pasajes semejantes. Observan ésta en sus conventículos, repitiendo aquellas palabras del Evangelio en su mesa y participando juntos de la cena de Cristo”. (Yvonetus). “Dicen que el sacrificio hecho por los sacerdotes en la misa no es de valor alguno y no hace provecho. Condenan los altares. Dicen que las Santas Escrituras tienen el mismo efecto en lengua vulgar que en Latín, y por lo tanto hacen (el cuerpo de Cristo) en lengua vulgar y dan los sacramentos”. (Reinerius).
Otras herejías de menor categoría se mencionan: como que “los seguidores de Waldo todos predicaban sin ordenación; que declaraban que el Papa era la cabeza de todos los errores; que la confesión debiera hacerse sólo a Dios; y que aborrecían el signo de la cruz”.
Los primitivos Waldenses enseñaban y practicaban también el bautismo de creyentes solamente. “Manteniendo estas opiniones, dice el Dr. Vedder, eran los antecesores espirituales de las iglesias Anabaptistas que florecían en todas partes de la Europa Continental un poco antes de la, Reformación luterana”.
Entre esos Anabaptistas se contaban Conrado Grebel, Félix Mantz, Jorge Blaurock, Ludwig Hetzer en Suiza. La Confesión de Fe proclamada por esos Anabaptistas suizos en 1527 es el primer documento de su clase que existe actualmente, hasta donde se sabe. Enseña el bautismo de creyentes solamente, el rompimiento de pan sólo por los que han sido bautizados, e inculca una disciplina pura para las iglesias. Estas son buenas doctrinas bautistas. En efecto, la única acusación que sus contemporáneos hicieron en su contra que tiene el apoyo de pruebas, era que tenían el valor y la honradez para interpretar las Escrituras como los Bautistas las interpretan en el día de hoy.
En Alemania, Nicolás Storch, Marcos Stubner, Tomás Munzer, Baltazar Hubmeier (designado por Juan Eck como “el hombre más elocuente en Europa”), Juan Denck, y Melchior Hoffman eran líderes entre los Anabaptistas.
En Holanda se hallaban a los Menonitas, discípulos de Menno Simons. Mantuvieron la idea fundamental bautista de la constitución espiritual de la iglesia. Sólo bautizaron a los que producían evidencia creíble de haber sido regenerados, pero algunos de ellos practicaron el derramamiento en lugar de la inmersión por el bautismo.
En Inglaterra, Juan Boucher de Kent, Tomás Helwys, Juan Smyth, Guillermo Kiffin y Juan Spillsbury tenían prominencia entre los Anabaptistas, o Bautistas como llegaron a llamarse. Como dije antes, el Dr. Some, un personaje en la Iglesia Inglesa, escribió un Tratado Divino, en el cual acusó a los Anabaptistas con mantener los siguientes “errores mortíferos:”
“Que los ministros debían ser sostenidos por las contribuciones voluntarias del pueblo;
“Que el poder civil no tiene el derecho de dictar e imponer leyes eclesiásticas;
“Que el pueblo tiene el derecho de elegir a sus ministros;
“Que la Corte de Alta Comisión (un tribunal eclesiástico episcopal para juzgar a los disidentes) era una usurpación anticristiana;
“Que los que son idóneos para predicar el Evangelio no deben ser estorbados por el poder Civil,” etc.
No consideramos éstos como “errores mortíferos” en la actualidad. Más tarde vivían Juan Bunyan, Roberto Hall, Carlos Spurgeon, Juan Clifford. En América, entre los primitivos Bautistas se contaban Rogelio Williams, fundador de la primera iglesia Bautista de Providence, Rhode Island; Juan Clarke, fundador de la primera iglesia bautista de Newport, del mismo Estado; Enrique Dunster, primer presidente del Colegio Harvard; Obadías Holmes, al cual en compañía de Juan Clarke, multaron y cuando rehusaron pagar la multa, Holmes fué “flagelado sin misericordia” por predicar el evangelio como los Bautistas lo creen y lo enseñan, y muchos otros demasiado numerosos para mencionar sus nombres.
Los Doctores Dermont y Ypeig, quienes fueron nombrados por el Gobierno de Holanda para investigar las pretensiones de los Bautistas holandeses de haber descendido de los Waldenses, dijeron en su informe:
“Los Bautistas, que anteriormente eran llamados Anabaptistas, y después Menonitas, eran originalmente los Waldenses, Por esto, los Bautistas pueden considerarse como la única comunidad religiosa que ha existido desde el tiempo apostólico, y como una sociedad cristiana que ha conservado puras las doctrinas del evangelio a través de los siglos”.
Mosheim dice de su origen: “El verdadero origen de esta secta que adquirió el nombre de Anabaptista, por administrar de nuevo el rito del bautismo a aquellos que vinieron a su comunión (de la católica) y el de Menonita, del hombre famoso a quien debe la mayor parte de su felicidad actual, está oculto en la antigüedad más remota ….Las varias sectas fueron todas designadas como Anabaptistas, porque se oponían al bautismo de los infantes, y bautizaban de nuevo a los que habían recibido el sacramento en la niñez”.
Una cosa más es cierta: Cuando la Reformación bajo Lutero estos Anabaptistas aparecieron en grandes números en todos los países de Europa. Dice Dorner: “Este mal del Anabaptismo y el fanatismo se habían generalizado en las décadas tercera y cuarta—1520 a 1540—como una fiebre ardiente por toda Alemania; desde Suabia y Suiza por el Rin hasta Holanda y Frieslandia; desde Baviera, Alemania Central, Westfalia, y Sajonia, hasta Holstein”. Otro escritor ha dicho: “En los siglos que precedían, ciertas influencias estaban operando las cuales, creciendo en potencia, a medida que pasaba el tiempo, preparaban el camino para este movimiento esparcido por todas partes”.
O estos Anabaptistas debían haberse brotado espontáneamente tan pronto como se les permitía que el vulgo leyera la Biblia, mostrando así cómo la lectura de la Biblia conduce al pueblo a adherirse a los principios bautistas, o debía haber habido muchos ya en estos países que sostenían esencialmente los principios bautistas, pero escondidos de la vista del mundo, adorando a Dios en las cavernas y cuevas de los montes, esperando la oportunidad para manifestarse, como en efecto lo hicieron cuando Lutero capitaneó el levantamiento contra Roma. Probablemente ambas cosas son ciertas. Como una corriente de agua los Bautistas han atravesado los siglos, ora deslizándose suavemente a través de las llanuras, ora precipitándose entre las rocas, ya corriendo por debajo de la superficie, ya apareciendo ante la vista del mundo cuando se presentaba la oportunidad, aumentando en volumen y velocidad al atravesar por los siglos, pero siempre y en todas partes esencialmente la misma corriente.
Aunque puede ser que no podamos trazar una sucesión de las iglesias Bautistas a través de toda la historia, lo que sí podemos hacer es delinear una sucesión de principios esencialmente bautistas. La existencia de los principios indicaría la existencia de las iglesias.
EL ATALAYA BAUTISTA
Publicado en 1919
vía IEBHOREB
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