2. Historia de los Bautistas: Los precursores suizos y moravos
El movimiento reformador en Suiza tuvo sus inicios con la conversión de Zwinglio. Debido a su trasfondo humanista, Zwinglio reunió muy pronto alrededor de sí a un grupo de jóvenes intelectuales, interesados primariamente en el estudio de los clásicos griegos.
Grebel, Blaurock y Manz
En 1521 se unió a este grupo un joven llamado Conrad Grebel (1448-1526), que había iniciado sus estudios humanistas unos años antes en las universidades de Basilea, Viena y París. Zwinglio introdujo a estos jóvenes al estudio del Nuevo Testamento griego, de tal manera que algunos de ellos, no sólo hicieron profesión de fe, sino que también se convirtieron en celosos reformadores. Grebel era uno de ellos...
Pero pronto surgieron algunos problemas. Menos de tres años después, algunos de estos jóvenes llegaron a ciertas convicciones distintas a las de Zwinglio; entre los puntos de divergencia estaba el asunto del bautismo infantil y la relación de la Iglesia con el estado.
Dado que no pudieron ponerse de acuerdo con su mentor y maestro, el 21 de enero de 1525 un grupo de 15 hombres se reunió en la casa de Félix Manz para determinar lo que habrían de hacer, ya que el municipio de Zurich les había dado ocho días de plazo para retractarse de sus convicciones y bautizar a sus hijos.
Uno de los presentes esa noche proveyó el siguiente relato: “Sucedió que estábamos juntos hasta que cayó sobre nosotros una tremenda ansiedad... Caímos de rodillas ante el Dios Altísimo y oramos que nos indicase su voluntad divina... porque no fue una cosa de carne y de sangre que los impulsaba, puesto que bien sabían que significaba sufrimiento. Después de la oración, Jorge Cajacob se levantó y rogó que Conrado Grebel le bautizase con el bautismo cristiano correcto en base a su fe y conocimiento” (Justo Anderson; Historia de los Bautistas; Tomo II, pg. 36).
Grebel bautizó a Cajacob (también conocido como Blaurock) quien procedió de inmediato a bautizar a todos los demás. Así quedó constituida la primera iglesia de los hermanos suizos. “Está claro que fue esta la acción más revolucionaria de la Reforma. Ningún otro suceso simbolizó tan completamente el rompimiento con Roma. Aquí, y por primera vez durante la reforma, un grupo de cristianos se atrevió a formar una Iglesia según se pensaba que era el modelo del Nuevo Testamento” (W. R. Step; Revolucionarios del Siglo XVI; pg. 19).
A partir de ese momento Grebel se dedicó a una intensa labor evangelística; comenzaron a tener cultos en las casas y a practicar el bautismo a creyentes, por lo que fueron llamados “anabaptistas” o “rebautizadotes”.
Esto desató una fuerte persecución contra ellos. Finalmente Grebel fue arrestado y encarcelado en Noviembre del 1525 junto con Blaurock y Manz. Grebel pudo escapar de su encarcelamiento y publicar un tratado sobre el bautismo; pero murió víctima de la peste alrededor de agosto de 1526.
Baltasar Hubmaier
A la par de este movimiento originado en Zurich, algo similar ocurría en Moravia, en relación con el ministerio de Baltasar Hubmaier (1480-1528), uno de los hombres más importantes del movimiento anabaptista.
Hubmaier nació cerca de Augsburgo, en el seno de una familia humilde. Estudió en la Universidad de Friburgo, donde fue alumno de Juan Eck. Ambos se profesaban una gran admiración, de tal modo que, cuando Eck dejó la universidad de Friburgo para enseñar en la Universidad de Ingolstad, Hubmaier se fue tras él, llegando a recibir allí su título de Doctor en Teología el 29 de septiembre de 1512.
Luego fue ordenado sacerdote y nombrado como predicador y capellán de la Universidad, llegando a ser vicerrector en 1515. Al año siguiente dejó Ingolstad para venir a ser el párroco de la Catedral de Regensburgo. Allí se vio envuelto en una campaña antisemita que desembocó finalmente en la expulsión de los judíos de la ciudad, convirtiendo luego la sinagoga abandonada en una capilla católica dedicada “a la hermosa María”.
Muy pronto esta capilla comenzó a recibir un número cada vez mayor de feligreses, lo que provocó la envidia de los monjes locales que veían cómo sus ingresos y su prestigio estaban comenzando a menguar. Fue tal vez este factor el que llevó a Hubmaier a trasladarse a la ciudad de Waldshut en 1521. Allí continuó su labor como cualquier párroco católico romano de la Edad Media.
Pero en junio de 1522 hizo un viaje a Basilea donde conoció a Erasmo y a Heinrich Glarean (que fuera maestro de Grebel). Allí también entró en contacto más directo con la Reforma, de modo que a su regreso a Waldshut decidió estudiar más a fondo el NT.
Todo luce indicar que ese fue el año de su transformación. A partir de ese momento, las prédicas de Hubmaier evidenciaron que había abrazado la Reforma y, sobre todo, que había depositado su fe en Cristo.
En medio de este proceso, Hubmaier recibió la invitación de regresar a Regensburgo, donde los habitantes quedaron profundamente sorprendidos por el cambio evidente de su antiguo pastor. Poco tiempo después regresó de nuevo a Waldshut, dispuesto a continuar la reforma allí.
En 1 de marzo de 1523 hizo contacto con Zwinglio y con otros dirigentes de la reforma en Suiza, incluyendo a Conrad Grebel. En octubre de ese mismo año participó en el debate que se llevó a cabo en Zurich, y ya en ese tiempo dio a entrever que no compartía con Zwinglio el bautismo infantil.
A su regreso a Waldshut redactó un documento de 18 artículos los cuales serían la guía para la reforma en la ciudad. En estos artículos Hubmaier estableció claramente la doctrina de la justificación por la fe, los frutos de amor que la verdadera fe produce, el rechazo de la misa como sacrificio, el rechazo al celibato y el bautismo voluntario de los creyentes.
Al año siguiente contrajo matrimonio con Elizabeth Hugline, quien resultó ser una esposa fiel y valiente. Pero sus actividades reformadoras pronto llamaron la atención de Fernando I de Habsburgo (hijo de Felipe el Hermoso y Juana I de Castilla y, por lo tanto, hermano de Carlos I de España y nieto de los reyes católicos Fernando e Isabel).
Primero envió una comisión al Concilio de la ciudad pidiendo que destituyeran al predicador, pero éstos se negaron a hacerlo. Luego llegó una carta del gobierno austriaco, en la que se les volvía a pedir que destituyeran “al que se decía doctor y predicador del pueblo, y a que escogiera en su lugar a otro predicador adecuado y piadoso que no mantuviera las condenadas doctrinas de Lutero”.
Dado que la presión continuó arreciando, Hubmaier decidió salir de la ciudad para evitar una intervención armada. En septiembre de 1524 se dirigió a la ciudad de Schaffhausen. Allí escribió uno de los tratados más importantes de la literatura que produjo la reforma, titulado: “Concerniente a los herejes y a aquellos que los queman”, donde se proclamó abiertamente en contra de las persecuciones religiosas de cualquier tipo y el uso de la espada o el fuego para combatir la herejía, a la vez que abogó por la libertad de cultos. “Está claro para todos ahora – decía él, incluso para los ciegos, que una ley para quemar herejes es una invención del diablo. La verdad es inmortal”. Esta frase vino a ser el lema de su vida.
En octubre de ese año, Hubmaier regresó a Wadlshut, donde fue aclamado por el pueblo como un héroe. Hasta el ayuntamiento hizo una fiesta a su favor. Para este tiempo, sus convicciones acerca del bautismo se habían asentado en su mente, como vemos en una carta que envió a Oecolampadio, el reformador de Basilea, el 16 de enero de 1525: “El significado de este signo y símbolo (el bautismo), la prenda de la fe hasta la muerte esperando la resurrección de la vida futura, tiene que considerarse como algo más que una señal. Su significado no pueden entender los niños, por eso es absurdo el bautismo infantil”.
Más tarde, en abril de ese mismo año, Hubmaier fue bautizado con unas 60 personas más por Wilhem Reublin que había sido desterrado de Zurich y había buscado refugio en Wadlshut. Habiendo recibido el bautismo bíblico, el mismo Hubmaier bautizó a unas 300 personas más.
En mayo de 1525, Zwinglio publicó un panfleto titulado “Sobre el bautismo, el anabaptismo y el bautismo infantil”, donde rebatía el concepto anabaptista del bautismo de los creyentes. Hubmaier respondió en el mes de julio con una obra que tituló “El bautismo cristiano de los creyentes”. Este libro “es considerado por muchos como la mejor defensa del bautismo de creyentes jamás escrita” (Anderson; pg. 40).
Esta obra provocó otro debate en Zurich que concluyó con la proscripción de los anabaptistas y el encarcelamiento de Hubmaier, quien había huido a Zurich cuando las tropas austriacas entraron en Waldshut.
Algunos piensan que Hubmaier pudo haber abrigado esperanzas de convencer a Zwinglio; pero lo que en realidad ocurrió fue que se le exigió que se retractara o sería expulsado de Zurich inmediatamente. Temiendo caer en las manos de Fernando I, Hubmaier se retractó. Pero muy pronto se retractó de su retractación y atacó el bautismo infantil luego de un sermón de Zwinglio, por lo que fue apresado inmediatamente, encarcelado.
Una vez liberado, Hubmaier se dirigió a Nikolsburgo (en Moravia, hoy Mikulov en la República Checa). Esta era, en ese entonces (1526), una de las ciudades europeas más tolerantes debido, en parte, a la influencia de Juan Hus. Allí fue recibido con mucho entusiasmo por los evangélicos moravos, llevando a cabo un ministerio sumamente fructífero. Se calcula que unas 6,000 personas fueron bautizadas en 1526.
Ese fue también un período de gran producción literaria; durante el 1526 y 1527 Hubmaier publicó unos 17 panfletos que fueron de mucho ayuda para los anabaptistas en los años siguientes. “Pocos de sus contemporáneos le excedieron en elocuencia, estilo y humor… Hubmaier fue un erudito cristiano cuyo conocimiento de las Escrituras no fue aventajado por ninguno de sus contemporáneos, y un teólogo capaz al que sólo excedió Calvino” (Step; pg. 68).
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