Son tan dulces los consuelos del Señor, que no sólo los propios santos pueden cantarles, sino que incluso los cielos y la tierra pueden entonar la canción. Se requiere de mucho para hacer que un monte cante; y, sin embargo, el profeta congrega a un notable coro de montes. Él quiere poner a cantar al Líbano y al Sirión, y a los elevados montes de Basán y Moab, a todos ellos, debido a la gracia de Jehová para con Sion, que es Suya. ¿No podemos nosotros también hacer de los montes de la dificultad, y de la prueba y del misterio, y del trabajo se conviertan en ocasiones para alabar a nuestro Dios? "¡Prorrumpid en alabanzas, oh montes!"
Esta palabra de promesa, que nuestro Dios tendrá misericordia para con Sus afligidos, contiene todo un repique de campanas. Oigan la música: "¡Cantad!" "¡Alégrate!" "Prorrumpid en alabanzas". El Señor quiere que Su pueblo sea feliz debido a Su inmutable amor. No quiere que estemos tristes ni recelosos; Él reclama de nosotros la adoración de corazones creyentes. Él no nos puede fallar: ¿por qué habríamos de suspirar o decaer como si fuera a fallarnos? ¡Oh, anhelamos un arpa bien afinada! ¡Oh, anhelamos voces como las de los querubines delante del trono!
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