El evangelio es que existe este infinito, Omnipotente, que todo lo sabe, Todopoderoso, Dios Creador, quien creó todas las cosas para Su gloria, y tú y yo hemos menospreciado eso, menospreciado Su nombre, menospreciado Su gloria. Cada uno de nosotros hemos en un momento u otro, incluso actualmente hemos creído que nuestros caminos son mejores que los de Dios, no somos capaces de reconocerlo dando gloria por los dones que Él nos dio. Cuestionamos Su mando y autoridad mientras al mismo tiempo lo hacemos con el cerebro que Él nos dio y que Él mantiene junto, y los pulmones y el aire que nos dio para respirar con ellos, esta es la gran blasfemia del universo.
Entonces todos menospreciamos a Dios y Dios siendo Justo, Santo, Él no va a permitir el menosprecio de Su nombre. Entonces Dios no siendo capaz de evitar Su ira envió a Cristo en carne y lo quebrantó y al hacerlo derramó Su ira, contra los hijos de Dios, sobre El Hijo matándolo, entonces Dios lo levanto de la muerte y ese mismo poder que levantó a Cristo de la muerte, está ahora obrando en aquellos que creen, este es el evangelio. Que Tú y yo estamos de pie frente a Dios, no por nuestro esfuerzo, no por nuestras obras, no por nuestra habilidad, no por si nosotros maldecimos o no maldecimos, bebemos o no bebemos, miramos esto, no miramos aquello, hacemos esto, no hacemos aquello, justificado delante de Dios por la cruz únicamente.
¿Tu lujuria? No eres capaz de arreglarla, ¿Tu amargura? No eres capaz de arreglarla, tu ira, enojo, esas desviaciones han estado persiguiéndote, tú no posees el poder de la vida o la muerte, tú no puedes resucitar ¡NADA! Cristo puede, esa es la buena noticia. Entonces nosotros no nos celebramos a nosotros mismos, por eso continuamente lo celebramos a Él. Nos gloriamos en la cruz y en la cruz únicamente, el mismo poder que oró en levantar a Cristo de la muerte, está obrando en mi y está obrando en todos los que creen.
Este es el evangelio
© Por Diego Armando. Mi Fuerza Es Jesús. Usted puede reproducir y distribuir este material, las veces que usted quiera hacerlo sin necesidad de pedir autorización, siempre y cuando sea sin fines de lucro, y sin alterar su contenido. (Mateo 10:8).
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