lunes, 21 de septiembre de 2015
"Y yo les doy vida eterna"
"Y Yo les doy vida eterna y no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, mayor que todos es y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Juan 10: 28-29".
A nuestro Señor y Dios Jesucristo gracias por estas palabras. Charles Haddon Spurgeon se refiere a estás palabras, como; "esa famosa declaración del Señor Jesucristo, que, si no existiera ninguna otra, sería más que suficiente para demostrar nuestro punto", refiriéndose a la doctrina de la seguridad de salvación: La perseverancia de los santos.
Y muchos cristianos hallamos en esas palabras reposo para nuestra alma, sabemos bien que Nuestro Señor Jesucristo jamás permitiría que nada nos aparte de Sus manos, sabemos bien que «nada puede» separarnos de ese amor eterno.
Podemos descansar plácidamente en Sus brazos respecto a la seguridad de nuestra salvación, podemos regocijarnos y decir: "Hallelujah, gloria a Dios, mi salvación no está en mis manos, mi salvación no depende de mis obras"
Tribulación, angustia, peligro o espada no tienen efecto para abolir la obra que Jesucristo ha hecho por Sus hijos. La obra concluida por nuestro amado Señor, una obra sin defecto, realizada una sola vez y para siempre. Es obra perfecta, confirmada en la cruz con estás palabras cantando victoria: "¡Consumado es!".
"Y nadie las arrebatará de mi mano, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre". Son la garantía de la perseverancia de los santos, obra hecha por Jesucristo en la cruz. Él mismo quiso hacer la obra y sellarla con la garantía de Su Sangre y Su Palabra.
Absolutamente nada puede hacer que nos extraviemos mis amados hermanos,
los ángeles están imposibilitados para extraviarnos en el camino, satanás mismo es un ser completamente inútil para lograr separarnos del amor de Nuestro Padre.
Ni siquiera nosotros mismos podemos separarnos de Su Amor, saber y entender esto es sumamente placentero. NI SIQUIERA NUESTROS PECADOS NOS PUEDEN SEPARAR.
Seguramente más de a uno le han de haber reteñido los sentidos al leer esto. Vamos por partes mis amigos, antes de tomar piedras y arrojármelas, debemos saber, que el Espíritu Santo que mora en nosotros, nos conducirá por el camino de la santidad, en ningún momento nos inducirá a pecar, sino que produce en nosotros la capacidad para aborrecer el pecado . En ningún momento pensé en ir a emborracharnos, o visitar el prostíbulo de la localidad, no pensé en serle infiel a la madre de mis hijos, no pensé en robar o matar. Así que Él mismo no nos deja siquiera en pensar en separarnos, sino todo lo contrario, nos acerca cada vez más hacia Él mismo, nos capacita día a día para amarlo más y más, a unos a paso veloz, a otros a paso de caracol, pero el avance es diario y garantizado
No nos podemos separar, por que no queremos separarnos, hemos renunciado absolutamente a todo, por haber encontrado la perla del gran precio, seríamos tan tontos si quisiéramos renunciar a ella. No podemos separarnos no tanto por que no queramos separarnos, sino por que Él nos tiene asidos, Nuestro Padre ha dado ya su vida por nosotros, nos tiene asidos fuertemente que es imposible que nos suelte. No nos suelta por que lo merezcamos, sino por que Él mismo no quiere soltarnos, así que toda la gloria es para Él, la salvación es Él.
Amigo, si tu deseo es separarte debes preocuparte, seguramente es que aun no seas salvo. Dios no ha salvado a alguien en quien exista el deseo de seguir pecando o apartarse de Su misericordia.
Bendito seas Señor y tu nombre sea exaltado por los siglos de los siglos amén.
Jeremías 31:3 Romanos 8:35, Romanos 12:9, 1 Pedro 3:18, Juan 19:30, Romanos 8:37, Filipenses 3:12, Mateo 13:45, 2 Timoteo 2:19, Hebreos 12:14.
por: Diego Armando
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